Es el tuétano quien se vuelve vino tinto al leer en silencio
los textos que tus manos le hicieron a otra piel,
palabras tan propias de otros ojos,
tan ceñidas a otros sueños,
aquellos sin problemas de medidas ni ajustes de ocasión
Es el masoquismo extemporáneo
quien se encarga de abrirme el apetito
de incandescentes brazas sobre el paladar,
solo cuando el valor me lo permite
y la curiosidad me inhibe el malestar,
me secciono en fragmentos tan complejos,
como son los párrafos que estoy apenas empezando a devorar