Gotas de fuego van trazando surcos
en parajes olvidados y de consecuente obstinación,
donde algunas veces se guarece la alegría
y otras tantas la impaciencia y el dolor,
una a una van cayendo intentando hacer caudal,
queriendo a mansalva inundar los áridos paisajes
con humeantes perlas de sal
Sobrevienen recuerdos, añoranzas,
pedazos de vidas en pausa,
crocantes ideales que al cerrar los puños se desbaratan,
fantasmas que aún rondan,
miedos que amordazan,
retratos en blanco y negro que no esperanzan
y solo afilan mis nudillos y aprietan mi quijada
Ojos tristes, de días nublados,
de retinas desveladas y sueños postergados,
de estrategias mal logradas
y fallidos hechizos y conjuros,
de bengalas a la nada,
de millares de dardos lanzados contra el muro
Presurizo la escafandra que me lleve a lo profundo,
donde nada se oye, donde solo a tientas se puede ver.
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